DIOS POR AMOR NOS ENVIÓ A SU HIJO
PARA LIBERARNOS DEL PECADO.
Donde hay amor, allí está Dios. El
amor no consiste en que nosotros a amemos a Dios, sino en que él nos amó primero
y nos entregó su Hijo (1 de Jn 4, 10) Jesucristo es el amor entregado de Dios a
los hombres para amarnos con un corazón de hombre. La única razón por la que
Jesús se hizo hombre, ha sido por amor: “Tanto amó Dios al mundo que le entrego
a su único Hijo” (Jn 3, 16) Que nadie se sienta excluido, “Pues yo os digo:
Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos
de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
llover sobre justos e injustos.” (Mt 5, 44-
45)
San Juan nos dice de la señal para saber dónde estamos: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte.(1 Jn 4, 14) La señal es Amor. Todo el que ama, le pertenece a Dios, ha nacido de Dios y lo conoce. (1 de Jn 4, 7) El conocimiento de Dios no es con la mente, sino con el corazón, lo amamos porque guardamos sus mandamientos, guardamos su Palabra, (Jn 14, 21. 23) vivimos sus Bienaventuranzas (Mt 5, 3-11) Y nos hemos revestido de las entrañas de Jesucristo: Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. (Col 3,12)
El que no ama no tiene fe: “Todo el
que aborrece a su hermano es un asesino. Y sabéis que ningún asesino tiene vida
permanente en él.” (1 de Jn 3, 15) El odio, el rencor, la venganza no son de
Dios, al igual que la mentira y la envidia nos llevan a la muerte (1 de Pe 2,
1) Son del mundo de las tinieblas, por la fe y la conversión (Mt 4, 17) pasamos
de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la Luz para
conocer la bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 7-9) Luz para discernir lo
que viene de Dios o de otro espíritu. La Luz viene de la fe que a su vez viene
de la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10, 17)
Si alguno
dice que ama a Dios, pero no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la
verdad no está en él (1 de Jn 2, 3) San Juan es muy radical, él dice: luz o
tinieblas, Vida o muerte, gracia o pecado (Jn 1, 5) Cristo o el Diablo, el que
no junta desparrama (Mt 12, 30) En esto consiste el amor a Dios: en cumplir sus
mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo el que ha nacido de
Dios vence al mundo. (1 de Jn 5, 3) La señal que hemos pasado de la muerte a la
vida, es esta: “En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a
Dios y guardamos sus mandamientos.” (1 de Jn 5, 2) Mateo nos habla del yugo de
Jesús que es el amor: «Venid
a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad
sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas.(Mt 11, 28- 29)
Este es el mandamiento mío: que os
améis los unos a los otros, como Yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el
que da su vida por sus amigos (Jn 15, 12- 13) Jesús habla del amor recíproco, ámense los unos a los otro. El modelo es el mismo Jesús: “Cómo Yo los he amado” (Jn 13,
34) Y Jesús nos enseño cuales son los
dos mandamientos más importantes: “Que améis al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Mt 22, 37- 38) Este es el
primero, el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 39) De las
cuatro dimensiones del amor: hacia arriba, hacia abajo, hacia fuera y hacia
dentro, sólo dos son mandamientos: Hacia arriba, amar a Dios y hacia fuera,
amar al prójimo, pero el punto de partida es amarse así mismo.
Lo que os mando es que os améis los
unos a los otros. Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a
vosotros. Si fueras del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del
mundo, porque Yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo.
Acordaos de las palabras que os he dicho: El siervo no es más que su Señor (Jn
15, 17- 20) Cuando hacemos la Opción fundamental por Cristo y nos decidimos a
romper con el mundo, Jesús nos da su Palabra como Consuelo: “Porque ustedes me
aman, el mundo los odia.”
Amar es darse, es entregarse, es
donarse como víctima viva, santa y agradable a Dios, que este sea vuestro culto
espiritual (Rm 12, 1) El que ama es agradecido, y se ofrece en todo para hacer
en todo la voluntad de Dios. Jesús amó a su Padre y a los hombres hasta el
extremo (Jn 13, 1) Por eso pudo decir: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre”
(Jn 4, 34) Y por un acto de obediencia a su Padre y por un acto de amor a los
hombres abrazó la cruz para redimirnos, y sacarnos por amor del pozo de la
muerte y llevarnos al reino del Hijo de su Amor (Col 1, 13-14)
Amor con Amor se paga, digamos con
Pablo: En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios:
con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en
mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios
que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de
Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto
Cristo en vano. (Gál 2, 18- 20) El amor es radical.
La
radicalidad significa hasta la raíz, y la raíz de la fe es el amor: que Cristo
habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el
amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud,
la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. (Ef
3, 17- 19) Cristo es la Plenitud de Dios, y para entrar en esa Plenitud, solo
por la fe y la conversión, sin las cuales nos quedamos fuera, vacíos y desnudos
del Amor.
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